Pamela Salazar, cofundadora de uMov

Pamela Salazar, cofundadora de uMov: «Me terminé por enamorar del problema, porque los accidentes cerebrovasculares son un dolor que no está resuelto» Tekios conversó con la confundadora de uMov, la startup chilena nacida bajo el alero del programa dLab de la Universidad del Desarrollo. Hoy convencida de que aquellos que perdieron en un segundo a otro su capacidad de moverse con soltura y ser independientes, son el propósito para seguir adelante con su negocio tecnológico.

Tekios conversó con la CEO y confundadora de uMov, la startup chilena nacida bajo el alero del programa dLab de la Universidad del Desarrollo. Una emprendedora convencida de que aquellos que perdieron en un segundo a otro su capacidad de moverse con soltura y ser independientes, es un gran propósito para seguir adelante con su negocio tecnológico.

Si la ingeniera chilena Pamela Salazar no hubiera sido una responsable universitaria, no habría nacido la startup uMov y menos Alba, el dispositivo kinésico por el que, junto a Tamara Albanay, recién se hizo merecedora del Premio Nacional de Innovación Avonni 2021, que busca visibilizar casos de éxito que crean valor mediante la innovación.

Responsable, porque Pamela Salazar debía cumplir con los fastidiosos requisitos que exigen las universidades para alcanzar la titulación, y ella hizo lo correcto: cumplir.

Así que en su caso, encontrar el propósito, aquel sentido que tanto mencionan los fundadores de startups, fue un hallazgo tardío. El propósito tocó su hombro mientras trabajaba en algo en lo que no estaba del todo convencida, al final del ciclo universitario.

Pero ha sido su sentido del deber y el empeño de sus compañeros de equipo lo que ha permitido que el dispositivo Alba, en 2018, fuera destacado en los Premios JUMP Chile, adjudicándose la categoría Plata; o que fuera premiado en Desafío Sura, certamen orientado a proyectos que mejoran la calidad de vida de la tercera edad.

Nada casual es que el dispositivo estrella, Alba, signifique la primera luz antes de salir el sol, la tenue y delicada luminosidad que acompaña a los hombres y mujeres responsables que inician dormitando la jornada; a los que arriba del auto toman un café que despabila a esa hora en que se inicia el día; o a los que montados arriba de una bicicleta pedalean casi arrepentidos, pensando en la cama calentita que recién abandonaron. Todos, quienes que a pesar de todo, siguen adelante.

«Soy ingeniera civil industrial con mención en innovación y emprendimiento. El cómo comencé este camino tiene que ver con que en el último año de mi universidad comencé a cuestionar qué me hacía a mí diferente de otros profesionales. Por ejemplo, si yo iba a una entrevista de trabajo me preguntaban ‘¿por qué te vamos a contratar a ti y no a otros ingenieros que están postulando?’. En 2018, estando en cuarto año de carrera, me dije ‘no tengo ni siquiera una respuesta para mí; no sé cómo diferenciarme ante el resto’. Ahí fue cuando decidí tomar un programa que se llama B Lab, que es una metodología distinta para poder terminar tu carrera. En vez de hacer tesis, tomé el programa llamado dLab, de iCubo, de la UDD, de innovación y emprendimiento, que dura un año. Sentía que la forma de diferenciarme era dejar de ‘cuadrar’. Los primeros años de ingeniería son de cuadrarte y cuadrarte, todo es numérico. Y entrar a este programa iba a ser en el fondo salir de la caja, que es lo difícil para los ingenieros que entraban al programa… Ahí fue cuando comenzó todo», rememora.

-¿En el dLab comienza a gestarse una idea, un producto mínimo viable, un proyecto, un propósito? ¿Tenías una vinculación anterior con los temas relacionados con la salud?

-Para contextualizar, todos los años este programa te pone un desafío y en no sabes qué te va a tocar. Es secreto. El curso parte en marzo y en abril ya tienes tu desafío en el que vas a estar trabajando. En el año en que estuve el desafío era encontrar alguna problemática del área de la salud.

Al inicio, principalmente, lo que nosotros hicimos fue enfocarnos en algo mucho más numérico, porque las problemáticas en salud son tan amplias. Y en medio de esos cálculos nos dimos cuenta de que el accidente cerebrovascular era la primera causa de muerte y una de las segundas de discapacidad a nivel mundial. Ahí nosotros dijimos ‘algo está pasando; ¿por qué estos números son tan elevados?’.

Comenzamos a estudiar por qué ocurre el accidente cerebrovascular, qué pasaba cuando se producía, cuál era la atención de salud y qué pasaba después de que tenías el accidente. Estudiarlo en todas sus fases. Bueno, cuando se produce un accidente cerebrovascular, como en Chile lo cubre el GES (Garantías Explícitas en Salud, un conjunto de beneficios garantizados por ley para las personas afiliadas al sistema público o privado de salud), está súper hecha la estructura. O sea, tú tienes el accidente y los centros de salud, hospitales y clínicas acuden súper bien a ese evento y ningún problema. Pero después había un vacío cuando el accidente era muy intenso y las personas quedaban con discapacidad o debilidad motora y tenían que empezar con el proceso de rehabilitación, tanto cognitivo, kinésico, de fonoaudiología. Existía un vacío. Ahí fue cuando quisimos crear un dispositivo que permitiera a las personas rehabilitarse de forma autónoma en caso de que los centros de salud no pudieran, por temas de gestión, disponibilidad, entregarte rehabilitación. Hoy día los dispositivos que existen tienden a ser para personas sanas, no están generados para personas que cuentan con alguna discapacidad motora. Así que pensamos en uno diseñado para que pudieran hacer su rehabilitación de manera autónoma.

-Encantarse en el camino, sería el nombre de tu historia.

-Sí, me terminé por enamorar del problema por que los accidentes cerebrovasculares son un dolor que no está siendo resuelto. En ese sentido, uMov es principalmente una empresa que crea dispositivos, pero con un fuerte sentido social, que es lo que más nos mueve a nosotros. La idea es crear conciencia sobre la importancia de los procesos de rehabilitación, sobre la importancia de llevar un buen tipo de vida.

Anteriormente, los accidentes cerebrovasculares les pasaban a los adultos mayores, personas de 70, 80 años. Hoy en día, las personas de 30 años están sufriendo estos accidentes.

-Aunque tenían el pie forzado de realizar un emprendimiento dirigido a los problemas de la salud, ¿por qué avanzaron hacia la generación de una plataforma que conectara a especialistas con personas con necesidades de ese tipo? Un dispositivo es una tarea titánica.

-Porque los procesos protocolares de los centros de salud son complejos. Solo ingresar es difícil. O sea, cambiar los softwares de gestión, convencer con tu nueva propuesta… En cambio, en este caso hay un tema de disponibilidad. Los kinesiólogos de los centros de salud y los hospitales no dan abasto. Es terrible para quien sufre un accidente cerebrovascular. Generalmente no tienen disponibilidad. Y si hay, le puede quedar lejos el centro de salud al paciente. Ahí se comienzan a hacer todas esas gestiones que demoran entre uno y dos meses. Por eso decidimos crear algo que fuera rápido de fabricar, que se pudiera entregar de manera rápida y que permitiera aumentar los procesos de rehabilitación. No sólo rehabilitar en el centro médico, sino hacerlo desde la casa también. Con la pandemia hemos visto la importancia de ese tipo de rehabilitación que no existía.

El equipo de uMov en pleno. Abajo, al centro, Tamara Albanay, cofundadora de la startup.

KINESIÓLOGOS Y FISIATRAS

-Imagino que hicieron una suerte de barrido para conocer lo que ya estaba creado en cuanto a aparatos de rehabilitación, máquinas. ¿Qué encontraron?

-Hicimos todo un estado del arte y nos dimos cuenta de que existían dispositivos, pero estos tenían precios prohibitivos. Un pago así para un centro de salud era casi imposible. Los especialistas en salud nos decían que van mucho a ferias tecnológicas, donde muestran las últimas soluciones en temas de rehabilitación, ‘pero miramos lo que nunca vamos a tener’. Son pocos además; muchas más son las plataformas y aplicaciones que te ayudan en la rehabilitación, pero ¿qué pasa si el usuario no tiene movilidad? Por eso es que cuando creamos Alba, queríamos que estuviera destinado a personas con debilidad motora, que les permitiera su autonomía, que tuviera movimientos restringidos y que le diera seguridad al usuario al momento de la rehabilitación.

-¿Hasta dónde avanzaron al despedirse de la universidad y se inicia la etapa de tocar puertas en Corfo, Jump Chile, etcétera?

-En la universidad, este era nuestro proyecto de título. No lo veíamos como que iba a ser nuestro emprendimiento. Era un tema de curso. Pero en la última nos enseñaban una metodología más comercial, sobre tu producto mínimo viable y cómo lo podías sostener económicamente. También nos enseñaron sobre fuentes de financiamiento, las opciones más tradicionales como la banca, pedir un crédito, crowdfunding, etcétera. Y bueno, el banco nunca nos iba a dar un crédito, porque no teníamos ‘espalda’ financiera para justificarlo. Así que ya convencidas, comenzamos a conocer estos fondos.

El primero que nos adjudicamos estando en la universidad fue uno pequeñito de Corfo que se llama «Realización de tesis», de un CL$1 millón, que para nosotros fue algo impactante. Nosotros estábamos postulando sólo por temas académicos y ¡nos adjudicamos este fondo! No lo creíamos. Después postulamos al Jump Chile, donde competíamos con personas de México, Colombia, Argentina, y nos adjudicamos la categoría Plata y Sura. Ahí fue cuando terminamos la universidad. Ya al salir, empezamos con otros procesos de postulación y nos adjudicamos el Ideas X de Banco Santander. Meses después, un Semilla Inicial.

-Si veo a Alba, observo un diseño industrial, pero vamos más atrás, ¿cómo llegan a concebir que esa es la máquina adecuada y que va a cumplir funciones específicas? ¿Trabajaron con kinesiólogos? ¿Cómo llegas a definir que la máquina debe tiene determinado ángulo o que el agarre debe ser de la siguiente manera?

-Ese proceso fue súper difícil. No queríamos crear una solución o un prototipo sesgado, porque no somos los expertos. Para eso trabajamos un montón con el Hospital Higueras y con el CCR San Pedro, donde nos abrieron sus puertas y fuimos parte de sus procesos de rehabilitación. Íbamos todos los miércoles o parte de la semana al Hospital Higueras a ver cómo eran los procesos de rehabilitación; a hablar con los pacientes, conocer sus necesidades, cómo les gustaría mejorar su proceso de rehabilitación; a recibir la ayuda de los kinesiólogos, terapeutas ocupacionales y fisiatras.

Los movimientos fueron creados por kinesiólogos y fisiatras; los sistemas de agarre o la precisión de distintas piezas fueron diseñadas gracias al apoyo de terapeutas ocupacionales. Porque queríamos un dispositivo que fuera creado bajo todas estas miradas, con la intervención del paciente, para que se sintiera cómodo con su uso.

-Miro una de las fotos de uMov y hay una donde aparece un guante y parte de la máquina (fotografía superior).

-Exacto.

-Cómo funciona la máquina. ¿El paciente tiene un agarre y qué hace?

-El dispositivo cuenta con un hardware, y en la parte tecnológica con distintos sensores insertos que permiten contar, por ejemplo, con un monitor que muestra el ejercicio que hay que realizar y el número de repeticiones. Toda esa información se almacena y llega a una plataforma web para que el especialista pueda tener un seguimiento de la rehabilitación que está haciendo el paciente.

Quienes cuentan con debilidad motora, producto de un accidente cerebrovasculares, a veces tienen parálisis o hemiplejia en un lado del cuerpo. Tienen fuerza de agarre solo en un lado, entonces, como spin off surgió el proyecto del guante ergonómico, que ayuda al paciente a fijar la mano débil al sistema y que agarre. Así, el lado que no tiene debilidad guía el movimiento y a través del proceso de rehabilitación esto podría ayudarle a recuperar la simetría del cuerpo.

Se hace un trabajo cognitivo también que es muy parecido a la terapia espejo, donde se hace un movimiento en la extremidad que no cuenta con debilidad, pero el espejo te hace sentir, a nivel cognitivo, que sí se está moviendo la mano que cuenta con debilidad motora. Lo que nosotros queríamos era lograr una rehabilitación donde el usuario pudiera ver a ambos hemisferios trabajar en conjunto.

-El trabajo al interior del hospital, con gente afectada que vive este drama como un gran problema para la familia extendida, me imagino que hizo que se redoblara y ratificara tu propósito, ese que no existía al inicio, porque el proyecto era solo para cumplir con la tesis, nada tan en serio.

-Es un cliché eso que dicen de ‘enamórate del problema y no de la solución’, pero nosotros vimos casos tan conmovedores, tan impactantes, que afectan a la persona y a toda la familia y red de apoyo, que terminan por provocarte un impacto personal. Imagínate estar un día haciendo las cosas con normalidad y al otro día depender completamente de un tercero. Además se trata de un proceso súper caro. Imagínate que una persona deja de ser un aporte económico en una familia con tres hijos. Vimos casos en que el esposo debía dejar a su mujer encerrada en la habitación, con la comida lista dentro del microondas, para que pudiera comer, mientras él iba a trabajar y ella todo el día acostada. Pero había ocasiones en que a ella la pillaban escalera abajo…

-Además es una enfermedad que no tiene tanta prensa como otras.

-Exacto, tal cual. Además, lo terrible es que el accidente cerebrovascular tiene la particularidad de que es contra el tiempo. Si sufres un accidente cerebrovascular, el proceso de rehabilitación es como cuando trabajas con greda. Si lo haces todos los días y la vas moldeando, puedes trabajar un año la greda; si pasa que por dos días no la usas, la greda se pone rígida y querer volver a trabajarla es casi imposible. Los especialistas saben que, luego de un accidente cerebrovascular, durante el primer mes y medio el paciente tiene una capacidad de mejora de 85%; ahí se encuentra la mayor probabilidad, pero si los centros de salud entregan los procesos de rehabilitación después de los dos meses…

-Para uMov, este es el momento de la validación, de las certificaciones, ojalá la de la FDA.

-Exacto, tal cual. A pesar de que en Chile no se regula como te comentaba al principio, la idea es que nosotros igual queremos pasar por procesos de certificación de la electrónica y después optar, cuando estemos un poco más instalados en el mercado chileno, por los procesos de certificación de la FDA, que como mencionaste, es una especie de VISA para entrar a otros países.

-Para finalizar, ¿van a abrir rondas para recaudar financiamiento? ¿Cuáles son las metas que tienen?

-Lo primero, es crear un software que permita el uso de la rehabilitación independiente del hardware. Quesea más fácil sacarlo al mercado, ya que no requiere de validación ni certificaciones, y que eso nos ayude a la escalabilidad, mientras estamos en este proceso de verificación y validación des dispositivo.

En temas de levantamiento de capital hoy día estamos trabajando en distintas postulaciones. Aún no queremos hacer levantamiento de capital privado porque necesitamos tener la validación, que te da el caso de éxito. En los procesos de levantamiento de capital se necesitan métricas claves. Hoy en día como nosotros no tenemos ventas, no tenemos métricas claves.

También estamos postulando a fondos públicos y si esto avanza avanza, hacer una ronda de levantamiento privado para desarrollar más dispositivos y poder salir al mercado de Chile.

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